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Foto del escritorAna Meza

Relato corto: Cuando se acabe el miedo, ojalá seamos otros

No sé si se cumplió, pero lo escribí en cuarentena.



Yo cierro los ojos y me imagino cómo va a ser la vida cuando volvamos a vivir, a ser y a estar. Pienso en el increíble momento en que ya no mire con miedo a mis amigos y cuando ya no haya pantallas entre nosotros, cuando pueda darles un abrazo sin verles cara de amenaza. Cuando una caricia vuelva a ser la solución a muchos dolores y un beso nos lleve a tocar el cielo. Cuando se acabe el miedo. El día que salir a la calle ya no sea una misión casi imposible, y dejemos de disfrazarnos como astronautas para comprar el pan, esquivándonos unos a otros. El momento en que recibir un domicilio no sea parecido a recibir la muerte en la puerta de la casa. Pienso que el mundo se detuvo y ya tenemos que darle cuerda para que vuelva a andar. Lo que no sé es si quiero subirme al mismo mundo de antes. Yo espero que salgamos a hacer que la vida sea diferente. Yo sí sueño con que la libertad nos dé alas para que el tiempo que nos queda, valga la pena. No quiero que sea el mismo afán permanente, la competencia absurda de quién es mejor, y la saturación absoluta que se vuelve costumbre, que nos quita la magia de sorprendernos. Estos días nos dimos cuenta que se acabó la prisa, los superhéroes están viendo televisión y lo que creíamos imposible, sucedió. Yo sí espero que no seamos los mismos que eramos antes de estos días. Yo, por ejemplo, quiero hablar de frente sin miedo, hacer las cosas que me gustan sin pena, dar más, mucho más y no esperar nunca algo a cambio, bajarle el ritmo a la carrera que siempre vamos a perder y aprender a decir que no. Quiero ayudar más, amar más, sonreír más. Yo siento que podemos tener un mundo más amable, donde no nos avergüence querer de verdad, un mundo que se mueva por pasión y no por ambición. Cuando salga, quiero que ya no me importe qué tan bien bailo, y vivir bailando en cada calle aunque no haya música, y lo voy a hacer porque quiero y ya. Voy a sonreír todos los días, así no tenga muchas ganas. En cada que me tome un café con alguien especial, voy a pensar en lo inalcanzable que fue cuando más lo deseaba. Siempre será un buen momento para una copa de vino y dejaré de esperar que las cosas pasen. Me imagino un mundo que le dé importancia a los detalles, que se pueda saborear y disfrutar como lo hago con cualquier postre. Estos días nos enseñaron a doblarnos y no rompernos, a ser fuertes. Y sí, tenemos el permiso y la libertad de mandar todo a la mierda de vez en cuando, y no sentirnos mal por eso. Pero quiero ver gente que vuelve y arranca y no para nunca. Quiero pensar que todos nos dimos cuenta que estamos vivos y que el tiempo se acaba. Quiero que hablemos sin que las palabras suenen a disparos. Me imagino que ahora vamos a ser más valientes y más conscientes. La verdad es que todos estamos esperando, y ninguno sabe a qué. De pronto la señal era esta y es ahora que hay que cambiar. Yo sí me imagino un mundo mejor, y yo voy a hacer que eso pase. Yo me prometo no tener miedo de vivir y dedicarme cada día a construir una mejor versión de mí.


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